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Thalia Fung: “Ser cubano hoy en el mundo es tener prestigio ante la resistencia”
Entrevista de Cubarte / 30 de julio de 2014
 

Por: Astrid Barnet
http://www.cubarte.cult.cu/periodico/entrevistas/thalia-fung-%E2%80%9Cser-cubano-hoy-en-el-mundo-es-tener--prestigio-ante-la-resistencia%E2%80%9D/25803.html


La doctora Thalia Fung Riverón, para quien “ser cubano hoy en el mundo es tener prestigio ante la resistencia”.

Es una mujer de vasta cultura y para quien el estudio e investigación en casi todas las esferas de la vida académica son fundamentales, en especial en lo que atañe a la Filosofía Marxista-Leninista. Su capacidad intelectual y su alto sentido del deber docente la han convocado desde hace algún tiempo a crear y tomar las nuevas riendas pedagógicas que este mundo cambiante exige, y con ellas ha logrado —y lo continúa logrando—, aunar conciencias y saberes dentro y fuera de nuestro país. Su inteligencia y dedicación la han hecho merecedora de múltiples distinciones y reconocimientos, mas la que estimo de mayor relevancia entre sus colegas y alumnos es y será la de su estoica dedicación al análisis y promoción de un nuevo enfoque de las Ciencias Políticas en este otro lado del mundo. En este mundo bolivariano, martiano, chavista y fidelista; en este mundo latinoamericano y caribeño: el del Sur.

¿Cuándo y dónde ubica los inicios de su labor académica?

Desde los ocho años de edad he sido una empedernida lectora de novelas policíacas —es por ello que soy tan exigente a la hora de seleccionar alguna—, y producto de mi inclinación hacia ese género y, siendo muy pequeña aún, es que comienzo a pensar en la carrera universitaria que escogería en un futuro. En un principio, muy ingenuamente, indagaba en la profesión más cercana a la formación de una detective ¡imagínate!, de una carrera que me convocase a la necesidad de impartir justicia. Y fue así cómo me decido, años después, por la carrera de Derecho la que matriculo en mi provincia natal: la oriental provincia de Santiago de Cuba. En relación con mis padres: mi madre aspiraba a que estudiase Magisterio, y mi padre, Medicina. Sobre el Magisterio, le afirmaba a mi mamá que nunca sería maestra y, ¡ya ves!, ha sido a lo que me he dedicado toda mi vida. Recuerdo también mis visitas a la Biblioteca Elvira Capel —ubicada en el conocidísimo Museo Bacardí—, durante mis vacaciones escolares. Allí pasaba una buena parte del tiempo estudiando. En aquel entonces era una niña-adolescente que albergaba la idea de que cuando leyese todos los libros existentes en dicho lugar llegaría a obtener un vasto conocimiento de la vida. Y así fue  también cómo me fui adentrando (y por vez primera) en los textos de Carlos Marx, entre ellos su obra cumbre El Capital, hasta llegar a tener una idea —bastante utópica—, de lo que en ellos se planteaba.

Con el correr de los años y, tras cursar estudios de bachillerato, si usted no hubiese elegido la carrera de Derecho ¿qué profesión hubiera elegido? ¿Qué rumbo profesional habría tomado?

Pienso que, a la postre, hubiera elegido la profesión que me ha resultado y resulta aún más afín: la docencia. Existe algo que me satisface de manera especial y es el abrir nuevos espacios, nuevos caminos, procedimientos, el convocar a pensar, a discernir —no así a reproducir mecánicamente—; fíjate que mis dos grados científicos no son ni en Derecho ni en Letras, sino en Filosofía. Uno, otorgado por la Universidad Lomonosov y otro, por la Academia de Ciencias de la URSS.

¿Por qué el tema de una Ciencia Política de Enfoque Sur en su vida? ¿Qué lo convocó?

En mi caso, he tenido que orientarme varias veces debido a que mi formación en Derecho es tradicional: fue el Derecho de Occidente el que estudié, el que se impartía en Francia, en Italia, en España… Mientras que en el caso del contexto de las letras, éstas ofrecen una apertura mucho más universal. En una ocasión, la doctora Mirta Aguirre y el doctor Juan Guevara me propusieron dirigirme al Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana (UH) para la realización de exámenes de oposición. Me presenté y obtuve el máximo de  calificaciones. Por tanto, debo subrayar que mi preparación académica proviene de claustros de profesores caracterizados por su preparación tradicional como fueron, entre otros, Camila Henríquez Ureña, Vicentina Antuña, Mirta Aguirre, Alba Proll, Graziella Pogolotti…Todos, de altísimo prestigio.

Con el correr del tiempo me acerco a la obra de El Capital una vez más en mi vida, pero ya con más años de experiencia y con una óptica distinta teniendo en cuenta que mi procedencia y formación es católica, y el Marxismo llega a mí tras el triunfo de la Revolución cubana y el pensamiento de su líder, Fidel Castro. Es en el momento de hallarme trabajando en el Departamento de Filosofía de la UH cuando me reoriento una vez más y cuando comienzo a estudiar profundamente la teoría marxista de forma metódica y sistemática. Esto último lo agradezco a mi formación académica —tanto en Derecho como en Letras—, porque me enseñaron a estudiar y discernir a partir de originales, nunca a través de manuales simplificados referidos a los contenidos teóricos de la Filosofía marxista. Aprendí a apreciar conceptos, cómo estos se develaban, creaban y negaban…Todo ello resultó ser un trabajo de muchos años. Nos iniciamos un gran número de profesores en dichas investigaciones pero, realmente, la disciplina exigida tan solo la mantuvimos tres personas en aquel entonces: Carmen Gómez, Isabel Monal y yo. Durante cada encuentro recibíamos un gran cúmulo de conocimientos no solo por parte de profesores de la propia UH, sino también de otros procedentes de la Universidad de Oriente, y de países como Checoslovaquia, Francia, Gran Bretaña… Toda aquella enseñanza te permitía pensar y analizar el mundo de una forma más abierta y completamente distinta.

En ese camino descubro el pensamiento de Vladimir Ilich Lenin quien, antes del triunfo de Enero de 1959, la propaganda lo presentaba como a un diablo. Tras estudiarlo y profundizar en su obra llego a descubrir la genialidad de su pensamiento, su afinidad con las naciones y pueblos subdesarrollados, colonizados, explotados… hasta que llego a concluir que nosotros realmente estábamos más próximos a aquellos fundamentos teóricos generales, metodológicos, epistemológicos. Lenin se adentró en la esfera del comportamiento, y demostró en la práctica (con mucha valentía), el cómo y el por qué el pensamiento marxista podía llegar a fructificar en condiciones no similares a  las de la Europa en que viviera Marx. Lenin fue realmente un pensador dialéctico, pues si tenía que  repensar varias veces lo afirmado sobre un fenómeno o problema, lo hacía nuevamente. Al respecto hay que acotar el reconocimiento que hace acerca del papel del campesinado. Yo analizaba entonces: él hizo un programa socialdemócrata para el campesinado ruso, porque afirmaba que los campesinos pobres debían ir a la revolución y neutralizar a los campesinos medios. Sin embargo, cuando ocurre la Revolución, los campesinos medios se involucran en ella. Es cuando Lenin jamás niega la importancia de la realidad, y es aquí donde estriba su capacidad dialéctica y genialidad en cuanto a comportamiento. Es así cómo Lenin transforma la consigna marxista de Proletarios de todos los países, uníos por Proletarios y pueblos oprimidos de todo el mundo, uníos.

Desde niña comencé a adentrarme también en la vida y la obra de José Martí, nuestro Héroe Nacional, quien a pesar de no ser un pensador marxista llegó a conclusiones similares a las de Lenin pero en posiciones distintas. Por ejemplo, desde el punto de vista de la Filosofía Política y de la Ciencia Política, su personalidad fue —y continúa siendo—, excepcional como guía y pensador revolucionario para Cuba y América Latina. Al respecto habría que recordar entre otros muchos ejemplos, pero sí como elemento clave desde mi punto de vista, cuando Martí le plantea a Carlos Baliño, fundador del Partido Comunista de Cuba, que se abstuviese de plantear —durante la etapa de los preparativos para la guerra necesaria—, sobre las verdaderas aspiraciones de todos aquellos elementos adinerados quienes, en Tampa y Cayo Hueso, brindaban apoyo financiero a la causa revolucionaria. Elementos, cuyas aspiraciones y objetivos estribaban en lo fundamental en la realización de cambios sociales y políticos internos en la Isla con vistas a su ulterior anexión a Estados Unidos. Martí le afirmaba a Baliño que aquel no era el momento idóneo para realizar tales planteamientos, pues “nuestro conflicto principal ahora es con España y, luego que ganemos la guerra, iremos a la solución de esos problemas entre cubanos”. De ahí, entre otras, las razones de su vigencia política. Igual situación trasciende en la actualidad, al ser nuestro conflicto fundamental con el Gobierno de Estados Unidos; conflicto que no solo se limita a Cuba, sino también a toda la América Latina.

Asimismo, y hablando de conceptos, el de Guerra hispano-cubano-norteamericana lo planteé públicamente hace algún tiempo durante una reunión en la cual se hallaba presente el doctor Antonio Núñez Jiménez, junto a otros académicos. Al respecto expliqué que se habían confundido dos cuestiones: Nosotros realizamos la guerra de emancipación, la guerra de liberación nacional, mientras que Estados Unidos y España, llevaron a cabo una contienda armada imperialista, la cual Lenin calificó como la primera guerra moderna imperialista. Fíjate cómo él, desde Rusia, analizó un hecho que ocurrió en esta otra parte del mundo. Transcurría el año 1898 —ya Martí había caído en Cuba, en el combate de Dos Ríos—, ulteriormente se suscribe el Tratado de París entre España y Estados Unidos, y del cual Cuba no fue firmante. O sea, nuestro país fue objeto de dicho documento, mas nunca sujeto y, por tanto, nunca participamos en guerra imperialista alguna. Fueron dos guerras sociales. Una legítima, y otra, caracterizada por un colonialismo que iba a ser sustituido por otro de diferente nacionalidad.

Otra figura política a quien amo muchísimo es al inolvidable líder vietnamita Ho Chi Minh. No hay que olvidar que era maestro de enseñanza secundaria cuando pasa a trabajar como auxiliar de cocina en buques mercantes. Cuando el Tío Ho estudia e investiga en las tesis de Lenin enfatiza en la comprensión que aquel Líder genial tenía acerca de la necesidad de cambios sociales y políticos, y de cómo estos se circunscribían en lo fundamental y con urgencia en naciones colonizadas como la de Vietnam. Es así como el Tío Ho plantea: las revoluciones irán hacia el Este. En nuestro caso, Fidel trajo la Revolución al hemisferio occidental.

De esta forma y ahondando en todos esas personalidades y hechos, es que concluyo sobre las posibilidades heurísticas que me ofrecía la Teoría marxista, que no era en específico repetir lo que ocurrió en el siglo XIX. En tal sentido, Marx aportó las bases teórico-metodológicas-epistemológicas con vistas a su conocimiento, pero esto tiene otras lecturas, otras connotaciones, de acuerdo a un elemento epistemológico del Marxismo: la realidad. Acerca de cómo ella se piensa, analiza y comprueba en la práctica. Este es un fenómeno que parte de la Filosofía aristotélica y que no puede ni debe olvidarse ni perderse. Marx apreciaba a Aristóteles, en el sentido de que siempre hay que comprobar los fenómenos y problemas sociales. Si la realidad me afirma que lo que hago está mal —al ser otra realidad distinta y representada en otros elementos desde un punto de vista contextual—, debo de estar entonces acorde a ella, a esos cambios y a esos nuevos elementos. Y eso fue lo que hizo Fidel cuando escribió La Historia me Absolverá y analizó además el concepto pueblo. Por tanto, nosotros tenemos que pensar el mundo conforme a algo similar e idéntico a todos los colonizados, conforme a como somos nosotros, adonde está lo latinoamericano, lo caribeño, lo africano, lo asiático…Y ese es el Sur político para mí. 

Decidí entonces volver a estudiar e investigar la obra y el pensamiento marxista y fue así  también como descubrí —o descubrimos porque este continúa siendo un trabajo de equipo—, con una óptica más actualizada, el comportamiento del Sur, distinto al del Norte industrializado, que no podemos repetir. Cuando Marx escribió su Crítica al Derecho de Hegel (su primera obra), Hegel afirmaba que no es el Estado el que se objetiva o materializa en la sociedad civil y en la familia, sino al revés. Es la sociedad civil y la familia, lo concreto, lo que se abstrae en el Estado.

Pero Marx no habla del comportamiento de forma sistémica. Si lees el Manifiesto Comunista, él polariza a tanto burgueses como proletarios hasta ir ascendiendo a la escala del comportamiento al final y no concluir con burgueses y proletarios, sino exponer las medidas de la democracia revolucionaria. Y esa es la Ciencia Política para la época en que él vive, y para lo que iba a ser Estados Unidos posteriormente. Para trabajar e investigar en la esfera de la política tenía que ascender de las esencias al comportamiento concreto —algo que me trasladó a  mí al comportamiento, a la conducta—, y no para elaborar una conducta reproductora de lo existente, sino para cambiarla. Y es en esto donde radica la praxis de Marx y de los marxistas posteriores.

Al estudiar e investigar en todo lo relacionado sobre la Ciencia Política actual, fue entonces que me pregunté, a principios de los años noventa del pasado siglo: ¿Por qué no se habla de una Ciencia Política de enfoque Sur? Y es que para los ideólogos del capital nosotros teníamos que ascender a sus posiciones, a las posiciones del Norte —que llegan al Norte de África—, como modelo preparado a perpetuar. Es por ello que siempre he significado que no existe nada más dogmático que el pensamiento burgués, el que descubre (supuestamente) la teoría de los contrapesos, los poderes ejecutivo, legislativo y judicial…Todo de por vida. Realmente yo aprendo de todo y, en especial, de las críticas y de infinidad de lecturas y autores que me llevan a analizar que este es un mundo enteramente nuevo por lo cual hay que crear una Ciencia Política diferente, nueva y acorde a este mundo. Sin embargo, en este otro lado del mundo, continuamos repitiendo las consideraciones de Europa y Estados Unidos. Las hemos aceptado durante muchos años como ideas dominantes y, al hacerlo, nos han convencido también ideológicamente como afirmaba Marx en La Ideología Clásica Alemana.

Pero esto me convocó además a discernir sobre otro punto: América Latina luchó por su independencia política anterior a materializarse el pensamiento marxista gracias a sus inolvidables próceres, o sea, los pueblos de esta otra parte del mundo luchaban por librarse del yugo colonial hispano. Por ende, debo trabajar con toda esa experiencia. Con las experiencias que nos brindaron próceres como Bolívar y Sucre, formados en escuelas militares españolas, quienes al llegar a nuestros territorios americanos encuentran que quienes los dominan son los llaneros…Y de toda aquella presencia y experiencias tuvieron que aprender para llegar a realizar sus acciones militares. Tenemos que aprender de la realidad y esto nos lo enseñó la teoría marxista y la filosofía aristotélica.
Soy del criterio que la primera gran revolución política que existió fue el surgimiento del Estado. Recordemos que  la comunidad primitiva generó relaciones de cooperación, de colaboración, de coordinación y hasta de solidaridad, sin excluir a nadie, hasta que surge el llamado plusproducto en el proceso de producción, momento en el que alguien crea un aparato de apropiación mediante medios de coacción (algunos ideológicos y otros por la fuerza) y, conjuntamente con él, trata de convencer al resto de la comunidad que este es un buen accionar. De esta forma y, desde los inicios de la historia social se cambia no solo la realidad, sino también la mente de los hombres. Es por ello que resultan tan difíciles los procesos o etapas de transición porque implican cambiar la realidad y, a la vez, la mente humana.

Así y al tener como objetivo fundamental el aprendizaje epistemológico de la Teoría marxista es que decidimos crear en el seno de la Sociedad de Investigaciones Filosóficas, a finales de los años ochenta —y cuando ya resultaba inminente la caída de la URSS—, un equipo conformado por colegas profesores universitarios para la realización de estudios e investigaciones referidos a una  Ciencia Política de Enfoque Sur. De esta forma hemos trabajado durante años en la organización y compilación de todo un grupo de conceptos e  ideas hasta llegar a conformar obras escritas. En las primeras, fueron reunidos algunos trabajos de indagación sobre los estudios de la Ciencia Política en Cuba, luego se compilaron otros referidos a reflexiones y meta-reflexiones, al igual que otros sobre el tema de Cultura Política. Al mismo tiempo hemos realizado eventos científicos, pues ya el mundo lo comenzamos a observar tanto por sus relaciones de carácter político como de carácter ecológico, a partir de los estudios que también realizamos sobre la naturaleza y el accionar del hombre en ella.
Una Ciencia Política de Enfoque Sur nos ha brindado otras posibilidades heurísticas. Entre ellas, un acercamiento a la Bioética y a la Epistemología. Esta última se constreñía a la Filosofía, no obstante tener toda disciplina su historia, su conformación de categorías, conceptos, métodos, la utilización y préstamos de otras disciplinas… Asimismo, al aplicar una metodología donde los sujetos son nuevos, esta cambia de inmediato al igual que su contexto. De hecho, las redes contextuales serán también diferentes y con otras connotaciones. Por tanto, es de suma utilidad que todos conozcamos de todo y leamos de todo. Lenin lo llegó a significar muy bien al plantear que debía leerse todo lo referido a la socialdemocracia europea para así poder discernir sobre sus posiciones políticas. Así lo hemos observado en la contemporaneidad cuando algunos socialdemócratas partidarios primero, de los estados de bienestar social, al surgir el neoliberalismo, muchos se alinearon a las posturas de las élites corporativas.

Por otra parte, siempre he dicho que el marxismo en Cuba puede ser abordado desde múltiples puntos de vista y objetos de trabajo: desde la historia, la economía, la filosofía, la política en tanto ciencia, desde las ciencias particulares, el arte, y a partir también del conocimiento común. En nuestro trabajo, no nos proponemos asumir la multi-dimensionalidad de aproximaciones, sino destacar la imbricación del proceso real y el pensar teórico marxista en Cuba. Un hito en la asunción del marxismo en Cuba lo constituye la obra La Historia me Absolverá, la cual resume las corrientes progresistas desarrolladas desde el siglo XIX, en particular el pensamiento martiano, asentado en la cultura política, e incorpora las ideas marxistas-leninistas en el análisis de la situación enfrentada en la Cuba de la segunda mitad del siglo XX.

Algo que quisiera destacar referido a nuestros títulos es que la Asociación de Cientistas Políticos y Administrativos de México, nos publicó en 2002 la obra Los desafíos de la Ciencia Política en el siglo XXI, el que se reeditó dos años después en Cuba con el nombre de Una Ciencia Política de Enfoque Sur.

Su atención y análisis referido al concepto República tratado por José Martí.

Ante todo no me considero persona idónea para el análisis de dicho concepto. No obstante, en mi criterio, Martí ha hecho un aporte extraordinario al partido de los países del Sur. Te explico: Se ha hablado del Partido Bolchevique. Se ha planteado en varias ocasiones erróneamente que Cuba copia la concepción de dicho Partido. Sin embargo, aquel no fue concebido como un partido único y es por ello que, finalmente, se queda solo. Lenin planteaba que si existían intereses distintos, el instrumento político no debía ser el mismo al igual que los campesinos nunca serían iguales a los obreros. En el caso del Partido bolchevique este fue, desde su surgimiento, muy distinto a los partidos socialdemócratas de Europa. Todos de base obrera, producto del surgimiento y desarrollo de la Revolución Industrial. Obreros, todos, dotados de una disciplina laboral fuerte, rigurosa, capaz de racionalizar sus actividades. Nada de esto ocurrió en las naciones colonizadas de este otro lado del mundo, las que llegaron a ser la contrapartida de esa Revolución Industrial acontecida en el Viejo Mundo, al ser las suministradoras esenciales de  materias primas y  fuerza de trabajo esclava y migratoria. Por tanto, el surgimiento y desarrollo de la Revolución industrial en Europa no se concibe sin el concurso productivo y explotador de nuestros pueblos latinoamericanos, caribeños, de Asia y de África. De todos los colonizados del mundo. En pocas palabras, pensionamos a los europeos durante siglos.

Hay cuestiones sobre Martí que nadie discute, y otras que se han quedado un poco en la oscuridad, como es el tema del Partido. Por ejemplo, siempre se ha manifestado que el partido cubano es el bolchevique, algo que he discutido, pues aquel se quedó solo mientras que el nuestro se disuelve para entonces unirse a las llamadas Organizaciones Revolucionarias Integradas  (ORI). Y es que, inobjetablemente, un partido obrero es más necesario en las naciones que han sido colonizadas o que aún lo son, que en aquellas donde se suscitó la Revolución Industrial. Cuando Lenin califica como oprimidos a los obreros, realiza un avance extraordinario en el camino hacia la revolución, al incluir en la lucha no solo a los obreros, sino también los semi-proletarios, los campesinos en sus diversas castas, asalariados, mediana burguesía, indígenas, hasta a algunos elementos de la alta burguesía. Mas, ¿quién de esos grupos puede desempeñar en la práctica la estrategia y la táctica revolucionaria, conducir la disciplina de los oprimidos? Tiene que existir un instrumento político, un organismo especializado dedicado al establecimiento de una conducta y un comportamiento político.
Martí concibió la importancia y unicidad del Partido en un país colonizado a partir de la pluralidad de capas y grupos sociales existentes en él, como instrumento político capaz de diseñar la estrategia y la táctica revolucionaria, y vehículo fundamental ulterior para inducir un proceso de cambios y transformaciones políticas, económicas y sociales. Y siempre partiendo (¡por supuesto!), de la existencia y necesaria una unidad en el comportamiento.

Vivimos una etapa en que los valores humanos en general son de suma importancia, ¿cómo llegar a fortalecerlos en la sociedad cubana?

Esta es una situación compleja, porque si dirigimos nuestras miradas hacia América Latina apreciamos que en la mayoría de sus países ocurre algo parecido y en algunos con increíbles agravantes como es el caso de Chile, cuyos estudiantes se encuentran luchando por una serie de cambios en la esfera educacional. No es el caso de la juventud cubana actual, muy distinta a la de mi época. Y es que: Necesidad satisfecha, no motiva, sentencia un adagio. Algunos valores también se han perdido producto de imposibilidades de una buena comunicación y explicación clara, fundamentada y argumentada de algunos hechos y problemas, y de haber sido poco exigentes. No se percatan de que tienen una riqueza verdaderamente extraordinaria, incluida la capacidad de valorar entre lo mejor y lo peor.

Fidel, y una Ciencia Política de Enfoque Sur…

Acabo de concluir un libro Una Ciencia Política de Enfoque Sur. Desde la Revolución cubana, que será publicado por la Editora Política próximamente. En él abordo todo lo relacionado con mi integración al Marxismo, a sus estudios e investigaciones, al conocimiento y consideraciones de líderes como Lenin, Ho Chi Minh, Mao Tse Tung…Todo ello no hubiese sido posible sin la actividad y la personalidad de Fidel Castro, como cientista político, al lograr traer la Revolución socialista al hemisferio occidental desde el Este. Un cambio definitivo en el mundo en general. No podemos olvidar que Cuba siempre ha estado en el centro de un gran grupo de problemas y de acontecimientos a nivel internacional. Recordemos nuestras dos gestas independentistas y su trascendencia en cuanto a hechos, personalidades, figuras, tácticas y estrategias de combate —la Invasión de Oriente a Occidente por dos grandes como los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo—, la explosión del acorazado Maine, pretexto para iniciar la primera guerra imperialista, las luchas estudiantiles, las constantes intervenciones norteamericanas… Hay obras paradigmáticas que han reflejado los aportes de Fidel al pensamiento y a la política mundial, en particular, las entrevistas que le han realizado connotadas figuras internacionales en las cuales se refleja una exposición autocrítica y  modesta.
Para mí Fidel se inscribe consecuentemente en el pensamiento marxista-leninista y martiano, al igual que en el accionar de los próceres de la independencia, y de los luchadores mundiales quienes aspiran a cambios político-sociales radicales.

Resulta aún increíble se haya producido una Revolución socialista en una Isla caribeña luego que las grandes revoluciones ocurrieron en cuasi continentes. Si los jóvenes cubanos de hoy tienen la capacidad de pensar libérrimamente es porque han tenido una Revolución socialista, y porque Fidel ha logrado transformar la conciencia política de este pueblo. Sí estoy completamente convencida de que ellos darían un paso al frente, si llegara a existir una situación en que se exija decidir la soberanía e independencia de este país. ¡Y qué mejor ejemplo de semillas jóvenes que las sembradas por nuestro ejército de batas blancas o de médicos en cada confín del mundo en que se les necesite!
Por otra parte, los que se van, siempre se reconocen como cubanos, y es que ser cubano hoy en el mundo es tener prestigio ante la resistencia, frente a un bloqueo económico y comercial que nos limita desde hace más de medio siglo, no obstante continuar brindando lecciones de humanismo dondequiera que estemos presentes en cualquier parte del globo.

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